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Publicado: 29/04/2013 14:27:09
COMO YA LO HICIERA EL PASADO AÑO, MARTIN P. GOMEZ DE LA ROSA, HA TENIDO A BIEN DEDICARLE UNAS LETRAS A LA FORMIDABLE JORNADA QUE PASAMOS EN LA GANADERÍA SAN MIGUEL
Bella jornada de nuevo
la que, a mediados de abril,
pude en compaña vivir
con un grupo de viajeros.
40 juntos marchamos
en un autobús “cantoso”,
futbolero, no taurino,
pero que hizo al fin camino
cruzando un paraje hermoso,
y sin percance llegamos
a nuestro ansiado destino.
La “Fábrica de las Bombas”,
cortijo es bien peculiar,
pues tras su uso militar,
son hoy bellas cigüeñas
las que a sus verdes dan sombras
y de sus cotas son dueñas.
Nada más desembarcar,
nuestro ilustre anfitrión,
con su sin par elocuencia,
deslumbró a la concurrencia,
lográndole trasladar
por la Fiesta su pasión.
Va por ti, Luis Rivera,
hombre cabal como pocos;
impresionantes tus potros,
tus utreras son la pera;
mas lo mejor del cortijo,
siendo bueno lo demás,
conmigo al fin convendrás:
¡¡el ganadero y sus hijos!!.
Objetivo e imparcial
de lejos se ve que no soy
ni tampoco serlo quiero,
que el corazón no es neutral
cuando a amigos me refiero,
como es el caso de hoy.
La comida fue precedida
de un ameno tentadero
donde Luis Jr. primero,
y después otro chaval,
lidiaron al animal
a efectos que el ganadero
su destino postrero
pudiera determinar.
Llegado el justo momento,
la capea fue a empezar
con una pizca de viento
y un sol para disfrutar.
Fueron varios los presentes
que, de Núñez el encaste,
se enfrentaron al ganado
y dieron un paso al frente.
A la vaquilla empapar
en su diestro capote,
se aventuró Luis González
como primero del lote.
Luis volvió a no fallar
al manejar los percales,
que experiencia en lides tales
tiene para dar y tomar.
Mención aparte merece
Luis Eliche Espinós,
que demostró con creces
que como el prenda no hay dos;
tremendista consumado,
el pase de la tortilla
esta vez dejó a un lado
al atacar la vaquilla.
Muchos más se lanzaron
al ruedo de San Miguel,
bellos lances recetaron
al azorado burel
y batalla le plantearon.
El hecho más singular
fue por lo inusual
la aparición en el ruedo
de una terna torera
que no conoce el miedo
ni la madre que lo pariera.
Leti, Lili y Elena
irrumpieron en la arena
con garbo y torería,
derrocharon valor,
al acto dieron color
y al bicho dieron el día.
De su tremenda bravura
sus maridos damos fe,
que no fue sólo esta vez
que al animal sometieron,
y en corridas aún más duras
a lidiarnos se atrevieron.
Inolvidable el pasear
entre erales y añojos,
disfrute para los ojos
que habremos de recordar.
Ver galopar en tropel
a tan brava manada
de gallina deja la piel
y el alma deja turbada.
Los Rivera a la garrocha
nuestros pasos guiaron
y, en singular “carroza”,
por un tractor arrastrados
sus dominios nos mostraron
en una tarde preciosa.
Es de justicia hacer mención,
cual requiere la ocasión,
a aquellos cuyas gestiones
permitieron a los demás
disfrutar del día sin más
como en tantas ocasiones.
Fdo. Martín P. Gómez de la Rosa Aranda.
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